Microrrelatos

CUADERNO DE BITÁCORA

Foto de Enrique Tamarit Cerdá
Foto de Enrique Tamarit Cerdá

Anoche, durante la tormenta, nos peleamos otra vez. Le alcé la mano, puede que la golpeara, no lo recuerdo. Enfurecida, salió a cubierta. Afuera arreciaba el viento; la seguí. Aún no había terminado de subir la escalerilla cuando recibí un golpe en la cabeza. Aturdido, la vi a través de la cortina de lluvia y me abalancé torpemente a sus pies, derribándola, pero se liberó dando patadas con frenesí. La alcancé junto a la borda; mientras forcejeábamos, nos envolvió una enorme ola, sentí un vértigo repentino y luego la perdí.

Hoy amaneció en calma. La veo maniobrar con energía y destreza, absorta en la rutina del barco. Me siento incapaz de hablarle, de tocarla. Ella pasa junto a mí sin temor alguno, como si no me viera, como si yo ya no existiese. Su rostro maltratado refleja resolución y alivio.

4 comentarios sobre “CUADERNO DE BITÁCORA

  1. Siempre es un placer leer tus microrrelatos, destaco al igual que leo ya ha hecho Concha en el post precedente, esa profundidad narrativa, esa habilidad semántica y , por descontado, la destreza para la elipsis, para relatar mucho en una distancia tan exigente. Gracias por compartir tu obra con nosotros. Un saludo cordial, Enrique.

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  2. A veces, me resulta dificil colocar las piezas en el tablero aun a pesar de la nitidez conque les das color para reconocerlas.
    Sigo con mucha atención las citas de tu muro aunque no haga comentario alguno, pero aqui y ahora te digo la gran destreza que tienes para combinar , ironia, profundidad, sintesis y porque no…una miaja de mala leche, que tanta falta nos hace a veces.
    Desde este torrido e inaguantable Agosto, te envio un abrazo. Conxa

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    1. Un placer saber de ti de nuevo, Conxa, y, como siempre, gracias por tus palabras.

      Cada cual construye su propia versión de un relato y encaja las piezas a su modo, y la historia original se multiplica en tantas versiones como lectores, diferentes cada una. O así me lo parece.

      Adoro este inaguantable verano. Un abrazo… ¡caluroso!

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