Se desplazaba de un modo singular, como si en vez de andar sobre sus tacones de vértigo se deslizara con ellos. El vestido, una sutil lámina sujeta al cuello, delimitaba con profundos escotes territorios sinuosos en latitudes opuestas, adhiriéndose a sus formas de tal modo que parecía untarlas. En su tez nívea se insinuaban delicados trazos de venitas azules, y bajo el arco de las cejas sus ojos verdes proyectaban una mirada melancólica sin objeto. Cuando logré acercarme se desencadenó una excitante secuencia: el precipitado paso por el guardarropa, el vaho en el aire gélido de la calle, el tenso trayecto en taxi, mi torpeza con las llaves, su abrigo resbalando al desmayo de los brazos, una escueta prenda sobre la alfombra. Me invadieron sensaciones de tal intensidad que traspasado cierto umbral desconectaron la consciencia. Maldita sea, no recuerdo nada más.
UNA VELADA FANTÁSTICA
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Me emociona la sutileza, la delgada línea entre el erotismo y la sensualidad que dibujas con esa sublime destreza. Cómo me ha gustado Enrique. Enhorabuena, eres un crack
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Es muy halagador que lo piropeen a uno, pero viniendo de ti una opinión tan favorable, reconozco que el que se emociona soy yo. Gracias Pielderetales.
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Excelente microrelato, Enrique, como todos los tuyos
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Muchas gracias Luis. Siéntete en este blog como en tu casa. Saludos.
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Enrique Tamarit, QUE GRÁFICO ERES EN TUS ESCRITOS!!!.Una se puede imaginar la trayectoria como si la estuviera viendo, pero no puede comprender la torpeza del sujeto ante la perdida de consciencia en el punto álgido de la historia. IMPERDONABLE, JAJAJA.
Mi total apoyo para que sigas haciéndome ver y pensar. Un beso
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Que el lector «vea» en su imaginación el relato es uno de los aspectos que más me interesa al escribirlos. Por tanto me llena de satisfacción, que diría aquél, que surta efecto, ConXa.
Por otra parte, nadie lamenta más que el protagonista la pérdida de consciencia en el tal momento álgido, y no solo porque con ello se le hurte el grato recuerdo del desenlace, sino porque esa circunstancia siembra dudas sobre la autenticidad de lo que cree recordar, algo que anticipa el título con la ambigüedad del término fantástica.
Un beso.
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